viernes, 1 de febrero de 2008

70 almas y sus blues - ayer en Gaudeamus Café

Hola, bienvenidos!

Soy otra vez el charlatán con la guitarra, ese … de las guitarras! Claro!

No hay palabras para agradecer a un público tan numeroso y entregado, dispuesto a convivir con sus ojeras del viernes por la mañana por un poco de blues casero!
No hay palabras para expresar la sensación que se lleva uno de cada una de las actuaciones, la impresión que siempre algo nuevo nace, algo se rompe, algo llora y algo se ríe. Algo o alguien se nota más cerca, o más lejos. Y todo por un poco de esa música endiablada, que nunca deja las cosas como antes; que sea o no la tuya, te entra y te sale de las entrañas. Algún día más , alguno menos; este es el secreto. nada es cierto, como la vida misma.
Siempre hay algo nuevo y distinto porqué nunca nos parecemos a nosotros mismos, siempre somos una imagen de lo que buscamos e intentamos ser.
70 personas que comparten todo esto, tal vez sin saberlo, si esperarlo, ni tan siquiera queriéndolo, es algo, sobre todo, muy blues!
Gracias a todos: al café gaudeamus por su cariño y profesionalidad, y a nuestro público por estar siempre al pié del cañón, listos en poner un poco más de pólvora para que todo suene mejor!
Os vuelvo a proponer este texto, que está por allí perdido en el fondo del blog.
Que lo disfrutéis, y ... hasta la próxima! Y otra vez un sincero gracias.

El charlatán con la guitarra


"... recordaba a los hombres rotos de sus sueños; el acobardamiento de la vida cotidiana como una araña que se encoge cuando nota la sombra. Las sombras venían todos los días en el Delta. Tantas sombras que parecía que un hombre de color apenas tenía la oportunidad de mantenerse erguido. Hombres y mujeres llevaban sombras como capas y montones; como los sacos de algodón de cincuenta kilos que cargaban sobre sus espaldas. Sacos más grandes que ellos. Como si el dedo gordo y blanco del pie de Dios estuviera a punto de aplastar la pequeña miseria que tenían para hacerles saber que estaban vivos.
La única vez que tenían una oportunidad de erguirse era cuando las sombras se convertían en noche. Y ni siquiera entonces se erguían: saltaban. Saltaban y gritaban al ritmo de la música. El peso de un hombre normal al abrigo de la oscuridad – oscuridad donde ninguna sombra podía encontrarles- era la libertad para ellos. Y la libertad tenía un nombre. Se llamaba el blues."


Walter Mosley
"EL BLUES DE LOS SUEÑOS ROTOS"
ed. Anagrama 14.00 €

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